Riingg!! El despertador te arranca el sueño como violento pistoletazo de una nueva carrera contra el reloj. Sin apenas levantarlas del suelo y con los ojos todavía sensibles a la luz, arrastras tus zapatillas por el piso hasta el borde de la bañera. A tientas, y no sin cierta dificultad, consigues abrir el grifo y, tras comprobar su temperatura, sumerges tu cuerpo bajo el fino hilo de agua de la ducha.
La lluvia que cae sobre ti te inunda los bostezos con agua potable, invisible disolución de Floculantes, Sulfato de Aluminio y trazas de Cloro. La combinación del vapor caliente, el roce del agua y el seductor olor a Cocamidopropyl Betaine del gel de ducha te resarce del violento alarido del despertador y te provoca una instintiva sonrisa de placer. Masajeas tu cuero cabelludo con las yemas de los dedos embadurnadas de la espuma de Tetrasodium EDTA y Poliquaternium-39 de un cremoso champú que se anuncia como vegetal y que devolverá a tu cabello un brillo televisivo. Los restos espumosos de tus compañeros invisibles de ducha, resbalan con el empuje del agua para continuar su ineludible ruta de fontanería hacia el mar.
Fuera ya de la ducha y con una mejorada lucidez en la cara, te vuelves a sorprender, un día más, de la capacidad que 35 litros de agua potable tienen para deshidratar tu piel. Un bodymilk rico en C12-15 Alkilbenzoato soluciona este problema cotidiano dándote un perfecto acabado en hidratación y permitiéndote, durante unos minutos, seguir atenta a una noticia sobre la EFSA que están pasando en la radio. El resorte metálico de la tostadora y el vapor de la cafetera interrumpen a dúo tus reflexiones para anunciarte el inminente cambio de tercio.
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"Después del baño", de Joaquín Sorolla, 1911. |