La abundancia es lo que tiene. Que si no se aplica sentido común, se termina por mal usar y por abusar de aquello que abunda. Vicios ambos en los que se cae cuando no se es del todo consciente de que los períodos de abundancia y los de escasez son fases alternas de un mismo ciclo que, más corto o más largo, se repite a fin de cuentas una y otra vez. Siempre repetitivo. Tarde o temprano. Leyes de la naturaleza, dicen las malas lenguas, que coloca según qué cosas en ruedas giratorias. Pero cuando el período de abundancia se alarga excesivamente, digamos porque la rueda que lo contiene sea enorme y tarde una barbaridad en dar una vuelta completa, o porque gire ésta muy despacio con idéntico resultado, o por las dos razones a la vez, perdemos la consciencia de este ciclo y una fase de riqueza que en principio es puramente transitoria se nos manifiesta con el estatus de un edén perpetuo e inextinguible. Y entonces… ¡Welcome to Jauja! El lugar donde las conductas se aburguesan, los estómagos se hamburguesan y las memorias se agruesan. La tierra donde todo el monte es orégano; donde las virtudes por antonomasia se llaman mal-uso, despilfarro e insensatez; y donde todo deriva hacia grotescas bacanales.
II - Origen y mitología de Jauja.
"Campesinos partiendo el pan", ilustración pertenciente al Livre du roi Modus et de la reine Ratio, s. XIV. Bilioteca Nacional de Francia, París. |
II - Origen y mitología de Jauja.
Geográficamente, Jauja es una península con forma de jamón de jabugo. Una descomunal paletilla de tierra rodeada por todas partes por el extenso e ilimitado Mar de la Abundancia. Por todas partes menos por la pezuña, donde se encuentra la estrecha y conflictiva frontera con el país vecino, un terruño poco poblado llamado Cordura, con otro idioma, otra organización y, en general, otras costumbres que nada tienen que ver. Jauja y Cordura viven de espaldas una a la otra. Como las dos Coreas. Al principio de los tiempos eran familia, concuñadas según recoge la mitología, y se contaban todos los chismes e iban a las rebajas juntas y todo. Pero ahora ya no se hablan, ni se envían christmas por navidad ni nada. Como mucho, si el azar quiere que se crucen en el shopping, se saludan con la mano, así, levantándola con desgana, como quien no quiere la cosa. No por nada, sino porque ninguna de las dos, ni Cordura ni Jauja, están dispuestas a que las tilden de maleducadas. Ah, no. Faltaría más, siendo ambas de tan buena familia y habiendo estudiado en colegios privados.
Los profesionales de la prensa seria de ambos lados de la raya ("La Gaceta de Jauja" ó "El Heraldo de Cordura") suelen definir esta complicada relación con palabras como cortesía, respeto mutuo, diplomacia o "cosas de la familia política" (sic). Otros en cambio, como es el caso de los tabloides amarillistas, de la prensa rosa o del colorín que sea ("The Jauja Sauce" o "Qué Cuerdo!", por ejemplo) titulan que lo que hay entre ambas es mucho cinismo, falsedad e hipocresía. Resumiendo y por abreviar, llámese como se llame, que a día de hoy no se tragan, vamos.