29 de enero de 2012

Herramientas desaprovechadas en tiempos de crisis: la conducción económica.

Gracias a la tecnología, el mercado de los automóviles ha mejorado enormemente sus prestaciones en las últimas décadas. Los modelos que salen actualmente de las factorías ofrecen ratios de consumo y rendimientos que nada tienen que ver con sus equivalentes de hace tan sólo 10 ó 15 años. Ahora se diseñan máquinas más rápidas, más cómodas, más seguras y también más ecológicas. Son, en definitiva, aparatos cada vez más eficientes. Sin embargo, esta mayor eficiencia de las máquinas -la parte mecánica del binomio y, por ende, inerte y carente de 'inteligencia'- no se ha visto acompañada por una análoga mejora en el grado de eficiencia de sus operarios, nosotros los conductores, que seguimos manejando los modernos automóviles del mismo modo que los antiguos. Y sucede así porque todavía desconocemos que la actitud y la aptitud del conductor son también factores decisivos en esa eficiencia, por ejemplo, a la hora de abaratar el consumo de combustible.
"Interior de la Rotonda de Ranelagh House" de Canaletto, 1754.
Óleo sobre lienzo expuesto en The National Gallery (Londres).
Estas ideas surge por primera vez y casi simultáneamente en países -una vez más, cómo no- del norte de Europa (Suiza, Alemania, Holanda y Finlandia) donde se empezaron a estudiar técnicas de conducción con objeto de optimizar las innovaciones que la tecnología estaba imprimiendo a los nuevos automóviles. Del desarrollo posterior de estos estudios surgió inicialmente un conjunto de reglas elementales que se denominaron según la región 'conducción eficiente', 'conducción ecológica' o conducción económica. En definitiva, un estilo de conducción basado en la adquisición de nuevos  hábitos orientados hacia el ahorro.
Un conductor que aplique una conducción económica no verá incrementada la duración de sus desplazamientos. Pero, en cambio, obtendrá desde el primer momento las siguientes ventajas:
  • Ahorro de carburante del orden del 10-25%.
  • Ahorro en los costes de mantenimiento del vehículo.
  • Aumento del confort de los pasajeros dentro del vehículo.
  • Aumento generalizado de la seguridad vial.
  • Reducción de emisiones de CO2 del 15%.
  • Reducción de la contaminación ambiental y acústica.
El combustible que el motor necesita en cada momento depende de dos factores: la posición del pedal acelerador y las revoluciones del motor. Ambos factores son condiciones que los conductores imponemos cuando pisamos el acelerador y cuando seleccionamos la marcha en la caja de cambios. A modo ilustrativo diremos que -suponiendo el precio del carburante en 1,40€/litro- con la conducción económica el ahorro en combustible es del orden de 120-300€ al año por cada 10.000 km. Con el aumento en el precio de los carburantes a la vista de los próximos meses, y con las economías domésticas azotadas por la crisis, esta fuente de ahorro convierte a la conducción económica en una auténtica herramienta desaprovechada en tiempos de crisis. Máxime, teniendo en cuenta que el único coste que se requiere para su puesta en marcha es estar dispuesto a re-aprender un par o tres de conceptos y a re-educarse en algunos hábitos al volante.
Más adelante en este mismo post desarrollaremos cada punto con mayor detalle, pero adelantamos ya el decálogo de la conducción económica:
  1. Arranca el motor sin pisar el acelerador.
  2. Minimiza el uso del 'punto muerto'.
  3. La primera marcha, sólo para iniciar el movimiento.
  4. Circula en marchas lo más 'largas' posible.
  5. Mantén una velocidad de circulación uniforme y moderada.
  6. Limita el uso de los accesorios electrónicos.
  7. Evita elementos que lastran la aerodinámica.
  8. Respeta el plan de mantenimiento del fabricante.
  9. Evita sobrecargas innecesarias.
  10. Conduce en todo momento con anticipación y previsión.

El principal objetivo de la conducción económica es, como ya hemos mencionado, el ahorro. Pero conducir aplicando estas técnicas proporciona también beneficiosos efectos colaterales: reducción de la contaminación por gases de combustión, contaminación acústica, etc. De este modo, con tu nuevo estilo de conducción, contribuirás no sólo a sanear tu economía doméstica a través de una reducción de gastos sino también a mejorar notablemente la seguridad vial y el grado de confort tuyo como conductor y de los pasajeros que te acompañen en los viajes. ¿Sabías que, por ejemplo, un coche a 4.000 revoluciones hace el mismo ruído que 32 coches a 2.000 revoluciones?


1.- Arranca el motor sin pisar el acelerador.
La costumbre de pisar el acelerador en el momento del encendido del motor procede de los viejos modelos de automóviles que carecían de inyección electrónica. Actualmente, mantener este hábito sólo sirve para desajustar la regulación electrónica, restar eficiencia a la operación de encendido y disminuir sensiblemente el tiempo de vida útil de algunos componentes implicados en este proceso.

2.- Minimiza el uso del 'punto muerto'.
Cuando un coche está parado pero con el motor encendido (punto muerto) se dice que está funcionando al ralentí. En ese estado el motor del coche está girando a un régimen fijo y, por tanto, su consumo es también fijo (0,4-0,9 litros por hora dependiendo del modelo) a pesar de que no aporta movimiento alguno. Por ello, si el coche es de gasolina, no demores el inicio de la marcha, hazlo inmediatamente después de haber arrancado el motor. Si conduces un diésel lo más aconsejable es, en cambio, esperar unos 3 segundos aproximadamente ya que este tipo de coches necesitan activar las bombas de aceite que engrasan el motor. No otorgar este tiempo redunda en una disminución de la vida útil del coche.
Por la misma razón, económicamente compensa apagar el motor en paradas o detenciones superiores a 60 segundos. No así en las de duración inferior porque el gasto energético de volver a arrancar el motor supera con creces el supuesto 'ahorro' de tenerlo apagado menos de 60 segundos.
Se puede minimizar el uso del punto muerto tanto si el vehículo está detenido como si está en marcha. A este respecto, es falso el mito de que un motor no consume carburante bajando las pendientes en punto muerto. Si pretendes ahorrar combustible cuesta abajo lo más aconsejable es poner una marcha 'larga' y dejar que el automóvil ruede sin necesidad de acelerar. De hecho, algo que muy poca gente sabe es que circular en cualquier marcha por encima de 1.500rpm ó 20km/h sin pisar el acelerador no consume NADA! Cero! Gratis!
Al finalizar los trayectos, y siguiendo en estos hábitos dirigidos a disminuir el uso del punto muertolo óptimo es apagar el motor lo más rápido posible. Solamente en el caso de que el viaje haya sido muy largo y/o exigente para el motor es conveniente dejarlo al ralentí durante unos 10 segundos antes de pararlo definitivamente.

3.- La primera marcha, sólo para iniciar el movimiento.
Uno de los momentos de mayor consumo en un coche es el inicio de la marcha desde parado. Esto, junto con el hecho de que la primera velocidad es la que más consume, hace que el modo de proceder más eficiente sea engranar la segunda y la tercera velocidades cuanto antes y de manera suave y progresiva. Una buena regla nemotécnica es hacer el cambio cada 10km/h, es decir, cambiar a tercera a los 30km/h, a cuarta a los 40km/h y ya se puede circular en quinta a partir de los 50km/h.

4.- Circula en marchas lo más 'largas' posible.
Una de las re-educaciones más importantes a la que deberá someterse quien pretenda dominar la conducción económica es el modo en que se usa el cambio de marchas. Es decir, cómo y cuándo realizar el cambio. El indicador clave para hacerlo bien es el casi siempre ignorado cuentarrevoluciones.
En los coches de gasolina se ha de cambiar de marcha a 2.000-2.500 rpm. y en los  diésel a 1.500-2.000 rpm. Tras cada cambio de marcha es conveniente pisar el acelerador, pero ha de hacerse moderadamente, con extrema suavidad. Un coche de pequeña cilindrada (1.2 por ejemplo), circulando a una velocidad de 60km/h consume: en tercera 7,1 litros; en cuarta 6,3 litros; y sólo 6,0 litros en quinta. Es decir, para una misma velocidad, cuanto más alta es la marcha empleada, menor el consumo. Y estas diferencias son tanto más amplias cuanto mayor sea la cilindrada del coche.
Cada vez que cambiamos de una marcha a otra usamos el embrague conjuntamente con la caja de cambios y necesariamente pasamos por el punto muerto. Minimizar el uso del punto muerto (apartado 2) significa también, por tanto, usar la palanca de cambios sólo cuando exista necesidad ineludible de hacerlo. Para la conducción económica no es ninguna aberración, p. ej., cambiar de 3ª a 5ª marcha en un sólo movimiento, sin pasar por la 4ª.

5.- Mantén una velocidad de circulación uniforme y moderada.
Los acelerones, los frenazos y el abuso en el cambio de marchas suponen gastos innecesarios y son, por tanto, un despilfarro de dinero. Para evitarlos, lo ideal es buscar una velocidad de circulación uniforme. Esto será más fácil de llevar a cabo si mantienes con el vehículo que te precede una distancia de seguridad superior a lo habitual, con un amplio campo de visión que te permita ver los 2 ó 3 vehículos que te preceden.
Para decelerar de manera óptima se aconseja levantar inicialmente el pie del acelerador dejando que el vehículo ruede por su propia inercia. Así, la marcha engranada en ese momento actuará de 'freno motor'. Posteriormente, se puede corregir progresivamente la velocidad con el freno de pie de modo que la reducción de marchas se pospone para lo más tarde posible.
Además de uniforme, la velocidad ha de ser también moderada. Aumentar de velocidad desde 100 hasta 120 km/h supone un incremento del consumo del 44% (de 8,0 hasta 11,5 litros por cada 100km). A este respecto, aunque pueda parecernos incómodo, admitámoslo: respetar los límites de velocidad impuestos por las autoridades nos hace  ahorrar dinero.

6.- Limita el uso de los accesorios eléctricos.
Todos los dispositivos electrónicos que tenemos instalados a bordo de nuestro automóvil, todos, incrementan en mayor o menor medida el consumo de carburante. De todos ellos (elevalunas eléctricos, faros antiniebla, luneta térmica, etc.) el aire acondicionado es probablemente el de mayor relevancia ya que su mal uso puede suponer un gasto extra de hasta el 20% en combustible. A todos nos resulta evidente que una temperatura correcta dentro del coche favorece una conducción más tranquila, confortable y segura. Ahora bien, según la OMS (Organización Mundial de la Salud) las temperaturas fuera del rango 21-24ºC no aportan en absoluto mayor sensación de confort y además resultan perjudiciales para la salud.
Un buen truco para eliminar el calor de nuestro vehículo antes de ponernos en marcha consiste en bajar primero una de las ventanillas y después en abrir y cerrar unas 5 ó 6 veces –tal y como se nos muestran en este video- una de las puertas del lado contrario. Si, además de esto, mantenemos las ventanillas abiertas durante los primeros metros del desplazamiento -¡ojo, sólo los primeros metros!- ventilaremos bien el habitáculo y la temperatura interior descenderá entre 4 y 10ºC ahorrándole trabajo y consumo posterior al aparato de aire acondicionado. Ahora bien, durante todo el tiempo en que el aire acondicionado esté funcionando, todas las ventanillas deben mantenerse bien cerradas.

7.- Evita elementos que lastran la aerodinámica.
El vicio más habitual que repercute en un lastre aerodinámico para el vehículo es el de circular con las ventanillas abiertas, lo cual supone un 5% extra en combustible. Otros elementos como la baca, los portaesquís o circular con el maletero abierto tienen también un impacto tremendamente alto en términos de aerodinámica. Siempre es preferible que el transporte de equipajes y objetos de carga se haga, en la medida de lo posible, dentro del vehículo o en el maletero. Si no es posible, elige al menos una baca con un perfil aerodinámico. Existen diversos modelos en el mercado y a precios muy asequibles.

Por otra parte, evita el uso de elementos supérfluos como, p. ej.,  los accesorios empleados en el tunning: alerones, espejos, faldones, etc. Su finalidad es meramente embellecedora y, al contrario de lo que comúnmente se cree, perjudican la aerodinámica del vehículo. Esto es, incrementan tu gasto en combustible.

8.- Respeta el plan de mantenimiento del fabricante.
Evitar averías y desgastes innecesarios son modos también de ahorro. Pero también es, debido a su coste inicial, un ahorro probablemente más difícil de visualizar por parte del usuario. Casi siempre es muy complicado hacernos comprender a los conductores que estamos ahorrando dinero al cambiar los filtros de aire, aceite y gasolina a tiempo, al utilizar aceites de baja viscosidad (por lo general más caros), al renovar el aceite del cárter según las indicaciones o al no retrasar la sustitución de los neumáticos desgastados. Por poner un ejemplo: un aceite inadecuado o demasiado deteriorado en sus propiedades puede aumentar el consumo de carburante en un 3-4%.
Una parte clave de este mantenimiento, por su incidencia en el consumo final de combustible, es la revisión del estado y la presión de los neumáticos al menos una vez al mes. La principal función de los neumáticos de un coche es la de tracción y adherencia, fundamentales ambas para un avance y frenado realmente efectivos. La falta de presión en los neumáticos reduce notablemente su vida útil y provoca además un mayor consumo de combustible ya que su resistencia al avance es mayor.

9.- Evita sobrecargas innecesarias.
Por cada 100kg. de peso extra el consumo incrementa en un 5%. El peso afecta al consumo de manera sensible sobre todo en el momento del arranque y durante los períodos de aceleración de modo que, si tienes por costumbre usar el maletero a modo de trastero-móvil o si sueles acumular trastos olvidados en la parte trasera del habitáculo, debes saber que te está costando dinero al final del año.

10.- Conduce en todo momento con anticipación y previsión.
La anticipación y la previsión al volante son las bases sobre las que se asienta una conducción eficiente. Circular por la vía pública casi nunca es un ejercicio que se pueda hacer en solitario. Detectar obstáculos, anticipar trayectorias, intuir maniobras de los demás usuarios permite ser más efectivo en la minimización del perjuicio que las conductas de los demás pueden causar a tu conducción económica.

En definitiva, la conducción económica es un estilo de conducción impregnado de serenidad, que evita el estrés para el hombre, para la máquina y para los demás usuarios de la vía. Es un estilo de conducción que elimina la agresividad del volante y basado en la anticipación, la previsión y el uso de la inteligencia por encima de la testosterona.

Un conductor realmente sensibilizado en cuanto al consumo innecesario de combustible tiene en cuenta dos últimas reflexiones. Primero, con nuestra actitud al volante podemos obstaculizar o paralizar el resto de la circulación provocando, por tanto, un consumo innecesario por parte de los demás usuarios de la vía. Y, segundo, no hay conducción más económica que la que no se hace. Es decir, si existe la opción razonable de no hacer un desplazamiento o de hacerlo a pie, en bicicleta o en transporte público nunca es buen negocio para nosotros -otro asunto es para las empresas petroleras y los gobiernos que recaudan impuestos a través del carburante- movilizar nuestro automóvil. Porque recordemos que la idea de este post es mejorar el ahorro de familias en tiempos de crisis. Si has estado pensando en otros cnceptos como 'la comodidad' o la 'inmediatez', ése es otro tema.

 
Fuentes y Referencias:





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