19 de junio de 2012

Testimonio de siete hermanos.

"Retrato de Gilbert-Marcellin Desboutin (El Artista)"
Óleo de Edouard Manet, 1875. Expuesto en el Museu
de Arte de Sao Paulo (Brasil).
Da igual mi nombre y el nombre del lugar desde el que escribo. Para la historia que les quiero contar, son detalles que sólo distraen y no quisiera por nada del mundo yo tal cosa. El caso es que soy, literalmente, un can. Sí, un perro. Más en concreto, una cachorra que hoy cumple 6 meses. Y como tal, no entiendo de razones humanas.

Cuando contaba apenas 45 días de vida y cabía en la palma de una mano fui abandonada en pleno invierno, encerrada en un cajón de plástico junto a mis otros seis hermanos mellizos. Alguien a quien no pretendo en absoluto juzgar había decidido que tal era el castigo que merecíamos por el pecado de haber nacido mestizos y sin posibilidad, por tanto, de obtener 'papeles'. Nos abandonó de madrugada y lo hizo, eso sí, a las puertas de una sociedad protectora de animales. Gesto éste, del que nunca podré estar lo suficientemente agradecida.

Nuestro instinto de supervivencia nos impulsó a mis hermanos y a mí a luchar juntos contra la helada y la falta de oxígeno durante aquellas interminables y angustiosas horas. Cuando los voluntarios de aquella sociedad llegaron por la mañana para hacer su habitual colaboración semanal nos encontraron inmóviles, sedientos y hambrientos. Al borde de la asfixia y la hipotermia. Cuando levantaron la tapa de aquella caja y el aire volvió a entrar en ella uno de mis hermanos ya no respiraba. Quiso la casualidad que, días antes, uno de aquellos voluntarios hubiese leído en internet un
folleto de cómo reanimar a un perro. Afortunadamente, los siete hermanitos pudimos sobrevivir a aquellas claustrofóbicas horas a las puertas de la muerte. Unos minutos más y los chicos y chicas que conocimos aquella mañana habrían abierto un féretro de plástico con siete minúsculos cadáveres tan peludos como inocentes.

Los días que siguieron fueron felices y al mismo tiempo tristes. Felices, entre otras cosas, porque nuestro concepto del ser humano fué cambiando poco a poco. En menos de un día habíamos sido separados precoz y súbitamente de nuestra madre y habíamos sido hacinados hasta rozar los límites de la muerte. No obstante, con las atenciones de aquellas abnegadas personas recién conocidas, que se consagraron desde el primer minuto a nuestro cuidado, fuimos poco a poco dejando de temblar, de sentir frío y fuimos dejando paulatinamente de recelar del hombre. Es más, pocos días después habíamos pasado de temerlos a extrañarlos durante las noches. Nos asombró de todos ellos su infinita capacidad para la bondad, la paciencia, la entrega y el cariño.

Durante el tiempo que hemos vivido allí, no nos ha faltado nunca ni juego ni juguetes, ni comida ni compañeros, ni calor ni una caricia, ni agua fresca ni limpieza. También fueron días felices porque allí conocimos a otros muchos perros de diferentes mestizajes, pelajes, edades y tallas. Todos tenían por norma no contar sus amargas historias a los recién llegados, pero hasta una cachorra medianamente despierta como yo aprende en pocos días a leer sus biografías directamente del brillo de sus ojos y de los pliegues de su piel. Rostros y hocicos que con sus silencios y con su pausado modo de respirar narran relatos más estremecedores que cualquier ladrido o aullido que hayan oído ustedes jamás. Historias de maltrato continuado, de palizas, de desnutrición, de abandono en gasolineras o en carreteras, de peleas con apuestas, de ahorcamientos en el campo, de amputaciones, de galgos que se libraron por segundos de ser quemados vivos…

Por eso les decía a ustedes que fueron días felices pero al mismo tiempo tristes. Porque allí nos enfrentamos, por primera vez en nuestra corta vida de perros, al desconcertante contraste entre la dulzura de los humanos con los que tratábamos allí dentro y la maldad humana que podíamos intuir pululando fuera de aquellas paredes en base a las historias que oíamos, a las que suponíamos y, por supuesto, en base a las que nosotros mismos habíamos protagonizado con nuestros propios huesos.

Les vuelvo a recordar que soy una perra. Una cachorra de seis meses. No entiendo, por tanto, de razones humanas. Pero aún siendo perra y siendo tan joven sé perfectamente que quienes me metieron en aquella caja de plástico y quienes horas después me sacaron de ella no pueden pertenecer siquiera a la misma especie. Quienes me abandonaron a mi fortuna aquella helada madrugada de invierno dentro de una caja sin ventilación no pueden estar hechos del mismo material que quienes me abrirían días después las puertas de su casa y hoy me cuidan, me sacan a pasear, me dan de comer y me cepillan todos los días. Por suerte o por desgracia, en mis 6 meses de vida, ya he podio mirarles a la cara tanto a unos como a otros. Y sí, tienen en esencia la misma apariencia y la misma costumbre de caminar sobre dos patas. Son similares en sus formas de vestir, de comer o de rezar. Los oyes y sí, usan el mismo lenguaje caótico para comunicarse, emiten los mismos sonidos. Pero insisto, ustedes podrán colgarles a todos ellos la misma etiqueta de ’seres humanos’. Aún admitiendo que así sea, unos y otros no son para nada iguales. Serán tal vez, no lo sé, dos especies distintas de seres humanos como especies distintas hay de mosquitos, de gaviotas o de linces.

Y ustedes se preguntarán cómo una cachorra de sólo 6 meses y que no entiende de razones humanas puede emitir tal juicio. Me van ustedes a perdonar, pero huelen distinto.


Dedicado a tod@s aquell@s que, puntada a puntada 
y con infinita paciencia y más esfuerzo,
se empeñan día a día en remendar los destrozos
 que otros van causando por el mundo.



GIF Apartamentos  728x90

8 comentarios:

  1. Preciosooooo!!La verdad es que es super gratificante conseguir que salgan adelante nuestros pequeñines y ver lo rapido que "olvidan" la incomprensible crueldad de algunos "seres humanos" les han mostrado.
    Verlos dormir a pierna suelta tranquilamente,jugar,correr y hacer travesuras es uno de los mayores placeres que he tenido de momento.
    Me encantó el relato!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Que Dios os bendiga, Judith.

      Que Dios os bendiga a tod@s y cada un@ de los que voluntariamente os habéis propuesto remendar los destrozos que otros provocan en el mundo. Sois im-pres-cin-di-bles. Sin personas como vosotr@s, que no sólo creen en que un mundo mejor es posible sino que día a día se remangan la camisa para sumar granito a granito co tanto esfuerzo, no habría ya esperanzas.

      Gracias por leernos y gracias por existir.

      Eliminar
  2. Como amante de la especie canina (no me gusta el nombre perro, se lo reservo a algunos falsamente llamados humanos) decirte que el articulo, es de una sensibilidad exquisita con una redacción emocionante. Me saltan las lagrimas pensando la cantidad de animales bípedos, que pululan por nuestro planeta enarbolando el orgullo de considerarse humanos.¡¡¡Pobrecitos!!!, dignos de lastima porque jamás conocerán ese vinculo tan especial que se crea entre nuestros amigos de cuatro patas y nosotros.

    ResponderEliminar
  3. Gracias, Antonio. Gracias por el tiempo que te has tomado para leernos, por el que has invertido en dejarnos un comentario y gracias por tus amables palabras.

    Comparto contigo el convencimiento de que esos 'perros bípedos' a los que aludes son dignos de mucha lástima. Porque sin haber conocido jamás este amor can-hombre (a mi juicio, el más grandioso vínculo afectivo interespecífico que ha dado la naturaleza) cualquier felicidad que puedan alcanzar en la vida estará, a buen seguro, incompleta.

    Un saludo.

    ResponderEliminar
  4. Hermoso relato.
    Respeto y admiración por todas las personas que día a día, aportan su tiempo, su energía y sus ganas por hacer de éste un mundo más `sano´.
    Y Gracias, a esos bichos de cuatro patas que, sin saberlo, nos hacen felices cada día, y entre otras cosas, con sólo con mover la cola de alegría al vernos volver a casa.

    ResponderEliminar
  5. precioso de una sensibilidad impresionante me emociono mucho la verdad eres dijno de admiracion y respeto ojala hubiera mucha jente como tu todos esos animalitos serian mas felices y algunos de dos patas tanbien lo serian si hicieran algo para que tales barbaridades no se repitieran.

    ResponderEliminar
  6. Me gustó, tiene poesía, tiene el encanto de lo que se dice y de lo que se da a entender. Tiene la posibilidad de facilitarle el vuelo a la propia imaginación de quien lo lea.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por leernos, amigo Pepe, y gracias por sus piropos.

      Un saludo.

      Eliminar

Nuestro único objeto es invitar a la reflexión. Siéntete, por tanto, libre de dejarnos tus opiniones aún cuando no coincidan en absoluto con las nuestras. De hecho, aquellas que fomentan el debate son más importantes, si cabe. Haznos llegar también tus sugerencias de mejora. Gracias por adelantado. Por compartir, por participar. Y por ser respetuoso.

Entradas populares

ÁcidoPúblico también tuitea:

Campaña2_468x60.gif

Nube de Palabras

#acampadasol 15M Abandono Abraham Lincoln Abrazo Abundancia Accademia de Belle Arti Actualidad Afrodisíaco Agricultura Agua Ahorro Alergia Alfred Korzybski Alimento Amistad Amor Analgésico Antisistema Ashmolean Autoconocimiento Autocrítica Automóvil Autores Banco Baroja Basura Bienestar Bill Gates Botero Burbuja Cachorra Cafetera y vaso de agua Caillebotte Cáncer Carburante Carcoma Caricia CEA Ceguera Champú Charles J. Sykes Chéjov Ciclo Ciencia Círculos dentro de un círculo Ciudadanía. Civismo Clásicos Coche Combustible Comentario Competitividad Comprensión Concejales Conducción Económica Conservantes Consumo Consumo responsable Contaminación Conversación Cordura Cortesía Crédito Crisis Crítica Cultura Dalí Delacroix Delibes Democracia Derroche Desayuno Despilfarro Después del Baño Deuda Dickens Diego Rivera Diésel Discurso de Gettysburgh Dollar Sign Duelo a Garrotazos Ecologismo Ediles Edouard Manet Educación EFSA El Hombre de Vitruvio El Hombre en el Cruce de Caminos El Vidriero Empatía Emprendedores Envases Ernesto de la Cárcova Error Escala de Valores Escándalo Escasez Escritores Escuela España Estrés Eufemismos Europa Excelencia Éxito Éxtasis Fábula Familia Felicidad FESVIAL Fidelidad Fiesta Nacional Fracaso Funcionario Galgos Ganadería Gasolina Giorgione Goya Guernica Guerra Civil Heces Herman Melville Hipoteca Humor IDAE Incivismo Incultura Indignados Información Ingredientes Innovación Interior de la Rotonda de Ranelagh House Investigación Islandia Jardinería Jauja Jean Siméon Chardin Justicia Juventud Klimt Kooning La Adoración de los Magos La Caza en Los Bosques La Inspiración y el Poeta La Libertad Guiando al Pueblo La Quinta del Sordo La Rendición de Breda La Riña Las tres "R" Las Tres Edades de la Mujer Las tres erres Las Tres Esfinges de Bikini Leonardo da Vinci Librerías Libros Livre du roi Modus et de la reine Ratio Maltrato Mañana Mapa Mapa de América Maquillaje Masaccio Mascota Máster MDMA Medios de Comunicación Microsoft Mitología MNBA Moda Moroso Muestra Sesgada Negocios Nicolas Poussin Opinión Orgasmo Otra Margarita Oxitocina País Palacio de Bellas Artes Paolo Ucello Paseo Paul Gauguin Periodismo Perros Peter Paul Rubens Pic-nic Picaresca Picasso Placer Plástico Playa PNL Política Programación Neurolingüística Prójimo Protectora de Animales Proyectos Química RACC Reciclaje Reciclar Reducir Reflexión Relatos Remeros en el Yerres Respeto Responsabilidad Retrato de Un Artista Retrato de un Caballero Veneciano Reutilizar Revolución Riqueza Risa Rocas al Borde del Mar RTVE Saturno devorando a su hijo Sebastian Münster Semana Santa Ser Humano Sexo Sin Pan y Sin Trabajo Sistema Sistema educativo Skoda Octavia Sociedad Sorolla Spanishrevolution Sufrimiento Tauromaquia Territorio Testimonios Toros Trabajo Tradición Triunfo TV Twain Universidad Vecinos Velázquez Viceversa Vivienda Voluntarios Warhol Wassily Kandinski