La inspiración, oh sorpresa, ataca -valga la redundancia- por sorpresa. Las reflexiones de hoy surgen a raíz de un conciso post publicado hoy mismo en el paradigmadelaverdad.com, rubricado por Gabriel Blanch -al que humildemente felicitamos desde aquí por la enorme expectación que su mordacidad ha suscitado- y en el que se hace eco de una fotografía de dos supuestas espectadoras supuestamente turistas supuestamente afectadas por la supuesta tortura, con supuesto final de muerte, de una res en una plaza de toros supuestamente española.
La cola de comentarios que los diferentes lectores -defensores de 'la fiesta' unos, antitaurinos los otros- fueron dejando a lo largo de la mañana constituyen, si duda, una muestra representativa de los principales argumentos que suelen sostener de manera habitual tanto los unos como los otros y de los diferentes grados de deriva natural que de todos y cada uno de ellos se suele hacer hacia la demagogia. La inspiración sobreviene cuando menos uno se la espera, decíamos, y lo que empezó tejiéndose como una breve réplica a uno de esos comentarios, firmado por un tal miguel, acabó siendo un post en sí mismo que reproducimos a continuación y que, con la venia, licenciamos en ÁcidoPúblico en forma de segunda edición. Eso sí, no sin antes recomendaros primeramente, para una correcta comprensión, queridos lectores, la consulta de la fuente original en el siguiente enlace: paradigmadelaverdad.com.
Estimado miguel:
No puedo dejar pasar la ocasión sin trasladarle a usted mi admiración por tan convincentes razonamientos así como también le hago llegar las espontáneas y sonoras carcajadas que sus palabras me provocan, cosa que le agradezco profundamente en estos tiempos que corren. Sus comentarios son de un potencial humorístico exquisito y le felicito por ello. Admiro, por ejemplo, su superlativa capacidad de 'empatía' para ponerse en la piel de un toro -no es metáfora- y sostener desde ese lugar y a renglón seguido razonamientos tan poco animales, tan humanos, sensatos y de categoría intelectual tan elevada. Admiro no sólo su perfecta comprensión de las universales leyes de la naturaleza sino también su abnegado ímpetu a la hora de defender que de ellas se haga una fiesta de exaltación colectiva, a la hora de emularlas y celebrarlas pública y colectivamente en el coso. Admiro, por último, su sensatez y capacidad de análisis y de síntesis cuando sentencia usted que "el mundo no es perfecto" (sic) y que "la fiesta de los toros es cruel y salvaje" (sic again). Absolutamente genial, si me permite, y por ello le felicito. En definitiva, que me he reído mucho con su comentario, vaya.
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"La Caza en los Bosques", témpera sobre madera de Paolo Ucello. Año 1460. Expuesto en el Museo de Arte y Arqueología Ashmolean, Universidad de Oxford. |
Quiero también, tras la risotada, compartir con usted, querido miguel, la congoja que me produce el pensar que el éxito que el noble arte de la tauromaquia tiene para sublimar actividades violentas y sangrientas y convertirlas en el sacro cocktail de arte, cultura, negocio y tradición pueda ser imitado por colectivos peor dotados intelectualmente. ¿Se imagina usted, estimado miguel, que a los antitaurinos -o a cualquier otro colectivo de 'superficiales'- se les ocurriese la atrocidad de convertir en lucrativas expresiones artísticas actividades que fueran insultantes a su razón o a la mía, extemporáneas, anacrónicas, como -digamos, por ejemplo- el empalamiento, la ablación de clítoris, la ejecución de niños minusválidos o el canibalismo? ¿Se imagina cuán complicado harían éstos el debate alegando constantemente a las leyes de la selección natural, a la abumadora imperfección del mundo o a comparativas esperpénticas con la hipotética elección entre otras formas de muerte?¿Se imagina?
Pues éste es el caso de la tauromaquia, querido miguel, un disparate mayúsculo que se sigue sosteniendo por la única razón de que es la base de un extensísimo tejido de intereses económicos tanto en lo privado como en lo público. Y que cobra su fuerza de un colectivo resistente al cambio similar al que, en su día, se opuso a la abolición de la esclavitud en los EE.UU. Porque renunciar a algo secularmente reconocido como parte de la propia cultura no es en absoluto fácil en cuanto a que hiere una seña de identidad. No es fácil, digo, reconocer crueldad gratuita en la cultura que uno ha mamado desde niño como tampoco es fácil, por lo tanto, desprenderse de ella. Pero, tarde o temprano, la Historia nos enseña que así ha de ser.
Cualquiera puede entender que es razonable y lícito que aquéllos que se sientan de algún modo perjudicados por cualquier actividad humana defiendan su abolición. Y que, por el contrario, aquéllos que disfrutan y/o se benefician de ella -de un modo u otro- insistan en defenderla y perpetuarla y se resistan a cualquier tipo de modificación en tal tradición. Del equilibrio entre los intereses de ambos colectivos surge la cultura misma, un ente común a ambos que se halla en constante evolución, constantemente susceptible de incorporar nuevos elementos, de modificar en todo o en parte los ya existentes, y de prescindir de otros por muy milenarios que éstos sean. De hecho, me pregunto en voz alta ¿deben la civilizaciones habidas sus avances a los unos o a los otros? ¿O tal vez a los frutos que surgen del debate entre ambos? ¿O progresan, por el contrario, las culturas y con ellas el grado de conciencia y humanidad de sus hombres y mujeres y niños no impulsadas por sus propias conductas sino por una fuerza superior llámese ésta 'generación espontánea' o ser supremo?
Reconocer en la 'fiesta nacional', como usted hace al final de su discurso, una manifestación "cruel y a veces salvaje" es reconocer en el fondo que es, no sólo prescindible, sino también absolutamente execrable. Al menos en las formas que tiene hoy día en nuestro país, no así en otros lugares donde hace ya décadas eliminaron de los rituales los elementos y las técnicas de tortura, la sangre y la agonía. Lo que ya me parece más peligroso es justificar el toreo con los epítetos "artístico y espectacular", lo cual equivale a entender que su razón de ser radica en un mero sentido estético, ergo, absolutamente subjetivo. Aunque entiendo perfectamente que a usted, estimado miguel, le pueda importar un carajo lo que yo opine; lo que opinen una corriente cada vez más numerosa de ciudadanos tan españoles como usted. E incluso le podrá a usted importar un huevo y la mitad del otro, miguel, lo que conviene para su sostenibilidad en el tiempo a la propia 'fiesta', que ha dejado de ser 'nacional' en el mismo momento en que no ha sabido adaptarse a la creciente sensibilidad social para con el maltrato animal.
No serán, por tanto, los sectores antitaurinos quienes terminen de descabellar esta seña de identidad secundada cada vez por menos gente, sino los inmovilistas y carcamales aficionados que rechazan cualquier adaptación del antediluviano reglamento que la rige. O que llegan, incluso, a atentar contra toda ciencia y grado de inteligencia al negar que 88cm. de una fría y dura verga de acero -desde la empuñadura hasta la punta- puedan causar sufrimiento a un toro mientras rasga las todavía palpitantes carnes de su lomo.
Sr. AcidoPúblico, me parece perfecto su comentario y su opinión, pero que hacemos con las Gallinas? se lo digo, porque le ponemos una luz de "Flexo" y le quitamos los huevos (SUS HIJOS) que bien ricos están por la mañana. Si me vienes a contar que aún no son Pollitos, te digo demagogo !! osea que no jodas !! Lo de las gallinas es una barbarie en toda regla !!
ResponderEliminarSi nos ponemos radicales hagamos lo de verdad y no jodiendo a Jesulin... que imagínate que hace el pobre, y todas las que salen en T5 por follarse a un torero? queréis joder media economía nacional !!
Sinceramente los toros son una brutalidad ... pero, tengo 1.000 argumentos para decir que el hombre es un bruto y el de las gallinas es el primero, quiero decir, que primero dejemos de comer CARNE y todo lo que sugiera maltrato, pero una pregunta, ... la lechuga cuando la arrancan de su planta sufre??? porque si alguien dice que si vamos a comer ... PAN con Hostias que decía mi abuelo
Querido Jorge:
ResponderEliminarGracias por seguirnos tan puntualmente y por participar siempre de forma tan activa con sus comentarios. Gracias, sobre todo, porque ése precisamente es el objeto de ÁcidoPúblico: el invitar a la reflexión crítica no sólo con los demás sino también con uno mismo; el respetar todas las posturas; y el eludir cualquier posición inflexible.
Todas las culturas de todas y cada una de las civilizaciones humanas pasadas y presentes -y con total seguridad también futuras- han contado y cuentan hoy día con diferentes usos que podríamos, como usted hace, denominar "brutalidades". Lo son, p. ej., las distintas modalidades de pena de muerte, de masacre de poblaciones humanas y animales, e incluso la destrucción de los ecosistemas podría reconocerse asimismo como una forma de brutalidad. Efectivamente, la crueldad es un concepto inherente a la propia naturaleza humana.
Ahora bien, La Humanidad ha sabido renunciar a diferentes formas de crueldad a lo largo de su historia a medida que el grado de conciencia y conocimiento de sus ciudadanos y líderes ha avanzado. La cuestión en el punto en que estamos en estos precisos momentos y en relación al tema del toreo es: ¿La mera existencia de otras brutalidades es un razonamiento realmente de peso para persistir en una de ellas? ¿Para sostenella y no enmendalla? Si así fuera, ¿de qué manera podría siquiera haberse eliminado alguna? ¿Sería posible así el cambio y la evolución en las conductas y en los usos?
El asunto del toreo es muy complicado. Así lo reconocemos en el post. De hecho, todos los temas importantes lo son. Y por eso no habrá soluciones fáciles a un problema cada vez más creciente. De lo que estamos absolutamente convencidos en ÁcidoPúblico es de que las soluciones no vendrán precisamente de ninguna de las dos posiciones absolutamente inmovilistas que se están enfrentando en estos momentos de la historia: taurinos vs antitaurinos. En cuanto a que persiguen uno la destrucción del otro a ambos deberemos la destrucción de la 'fiesta nacional' cuando ésta llegue. Porque llegará. Por estas vías sin duda llegará.
Y la reflexión de ÁcidoPúblico es ¿no existe un punto de encuentro entre ambas corrientes? ¿Cómo lo han hecho otros lugares del mundo para seguir disfrutando de la tauromaquia sin que este debate empape a sus sociedades? ¿No es posible implementar paulatinamente modificaciones en el reglamento taurino que vayan dirigidas a disminuir aquellos puntos de mayor crueldad? Nuestra Cultura se merece que así sea porque, de lo contrario, mucho nos tememos que se perderá no sólo la parte cruel de estos ritos sino toda la fuente de riqueza y de arte que también tiene y que no todos saben, pueden o quieren ver. Y que nosotros desde aquí reconocemos. Permítame por tanto ya de paso, y con el más profundo respeto, negar la "radicalidad" que usted nos acusa.
Y por todo esto es, estimado Jorge, si cabe más importante que las personas sensatas como usted y como muchos de nuestros queridos lectores, sepan rehuir cualquier fanatismo al respecto y asumir grados moderados -sólo moderados- de resistencia al cambio. Porque el cambio llega tarde o temprano y cuando llega arrasa con todo lo sólido e inamovible y sólo lo que se dota de cierto grado de flexibilidad persiste en el tiempo para disfrute de las generaciones futuras.
De nuevo, mil gracias.
Un saludo.
Podríamos dejar de comer carne,pescado, leche y huevos y seguir siendo crueles, la crueldad no debería entender de especies, se puede ser cruel con uno mismo, con los demás, con los animales o con el medio ambiente. El ser humano a demostrado desde sus orígenes ser bastante destructivo. Vivimos en un mundo en el que cada vez se busca más beneficio y menos calidad (y dignidad)No interesa que se sepa que a las gallinas ponedoras de huevos las tienen todo el día con luz, alterando así su ritmo circadiano para que pongan huevos a destajo. A los pollos les cortan los picos para que directamente se alimenten de tubos y así engorden más rápido. Se trata a los animales con antibióticos que permanecen en la carne y luego eso nos lo comemos nosotros. Viven en las granjas apiñados, sin higiene, rodeados de excrementos que traen ratas y enfermedades. Hay mucha barbarie detrás del negocio cárnico pero por suerte no es una regla general sino que existen granjeros preocupados por ofrecer un producto de calidad y saben que solo se consigue cuidando y alimentando lo mejor posible a sus animales. Los consumidores de carne, como es mi caso, deberían pasarse a los productos ecológicos que son lo que respetan el modo de cría y garantizan que el animal ha sido cuidado y alimentado hasta el final.
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